El secreto de una vida larga y saludable
Los hábitos influyen en nuestra salud más que la genética. Las frutas y
verduras son una buena fuente de antioxidantes para luchar contra el
envejecimiento de nuestro organismo.
Vivimos en una sociedad obsesionada por encontrar el elixir de la eterna juventud, pero hay una realidad biológica inexorable: nos oxidamos y por eso nuestro cuerpo envejece. De nosotros depende que esa oxidación sea más rápida o más lenta. Los milagros no existen. Vivir más tiempo y en mejores condiciones de salud es posible siempre y cuando estemos dispuestos a cambiar algunos hábitos. De nada vale aplicarnos una crema antiarrugas si luego fumamos un paquete de tabaco al día, no somos capaces de comernos una pieza de fruta y nos pasamos el día sentados. Puede que tenga una buena genética, pero no lo apueste todo al ADN porque podría acabar en bancarrota.
Vivimos en una sociedad obsesionada por encontrar el elixir de la eterna juventud, pero hay una realidad biológica inexorable: nos oxidamos y por eso nuestro cuerpo envejece. De nosotros depende que esa oxidación sea más rápida o más lenta. Los milagros no existen. Vivir más tiempo y en mejores condiciones de salud es posible siempre y cuando estemos dispuestos a cambiar algunos hábitos. De nada vale aplicarnos una crema antiarrugas si luego fumamos un paquete de tabaco al día, no somos capaces de comernos una pieza de fruta y nos pasamos el día sentados. Puede que tenga una buena genética, pero no lo apueste todo al ADN porque podría acabar en bancarrota.
diversos estudios epidemiológicos realizados en distintos países coinciden en
afirmar que los grupos de población que siguen propuestas de alimentación vegetariana,
presentan menor incidencia de ciertas enfermedades de elevada incidencia y
prevalencia en los países industrializados, y que acostumbra a relacionarse con
el consumo abusivo y cotidiano dealimentos, especialmente de origen animal.
Así pues, parece ser que las enfermedades cardiovasculares, algunos tipos
de cáncer, la diabetes tipo 2, la obesidad, la hipertensión
arterial, las dislipemias, los elevados niveles de ácido úrico y el estreñimiento
se diagnostican con mayor frecuencia en la población omnívora que entre la
población vegetariana.
El consumo de carbohidratos complejos es más elevado entre la población vegetariana, principalmente entre los vegetarianos estrictos. Al mismo tiempo, los vegetarianos ingieren como mínimo los 25-30 g de fibra diarios, recomendados en una alimentación equilibrada, superando ampliamente estas cantidades los vegetarianos estrictos.
Tanto el aumento del consumo de hidratos de carbono complejos como el aumento de fribra son recomendaciones básicas en las estrategias para mejorar los hábitos alimentarios de la población española, así como en las estrategias de la mayor parte de los países occidentales, en los que el consumo de farináceos, legumbres y alimentos ricos en fibra ha disminuido en los últimos años.
Entre los vegetarianos, se observa también un descenso del consumo de azúcares refinados, principalmente asociados a productos elaborados que, a su vez, incluyen algún ingrediente de origen animal (bollería, pastelería, dulces, helados…).
En relación a las grasas, es evidente que al no incluir carnes ni elaborados cárnicos, este tipo de dieta puede disminuir considerablemente el aporte calórico global, así como el procedente de grasas totales, grasas saturadas, colesterol y sodio (incluido en la elaboración de embutidos yplatos preparados), y también el aporte de purinas derivadas del metabolismo proteico. La ingesta de ácidos grasos saturados y colesterol de los vegetarianos estrictos es prácticamente nula.
La población vegetariana acostumbra a incluir en su dieta, con más frecuencia y en mayor cantidad, frutas y frutos secos. El incremento del consumo de frutas favorece la mayor ingesta de fibra y vitaminas hidrosolubles, mientras que el incremento en el consumo de frutos secos (nueces, avellanas, almendras…) aumenta el aporte de grasas poliinsaturadas, proteínas de origen vegetal y fibra. El consumo habitual de frutos secos ha sido considerado por numerosos estudios como un posible agente protector frente a enfermedades cardiovasculares.
Además, entre la población vegetariana, puede destacarse un mayor consumo de antioxidantes (flavonoides, vitamina E, vitamina C, carotenos…), que se encuentran principalmente entre los alimentos vegetales.
Éstos serían, a grandes rasgos, los caracteres nutricionales más favorables de la propuesta alimentaria vegetariana.
El consumo de carbohidratos complejos es más elevado entre la población vegetariana, principalmente entre los vegetarianos estrictos. Al mismo tiempo, los vegetarianos ingieren como mínimo los 25-30 g de fibra diarios, recomendados en una alimentación equilibrada, superando ampliamente estas cantidades los vegetarianos estrictos.
Tanto el aumento del consumo de hidratos de carbono complejos como el aumento de fribra son recomendaciones básicas en las estrategias para mejorar los hábitos alimentarios de la población española, así como en las estrategias de la mayor parte de los países occidentales, en los que el consumo de farináceos, legumbres y alimentos ricos en fibra ha disminuido en los últimos años.
Entre los vegetarianos, se observa también un descenso del consumo de azúcares refinados, principalmente asociados a productos elaborados que, a su vez, incluyen algún ingrediente de origen animal (bollería, pastelería, dulces, helados…).
En relación a las grasas, es evidente que al no incluir carnes ni elaborados cárnicos, este tipo de dieta puede disminuir considerablemente el aporte calórico global, así como el procedente de grasas totales, grasas saturadas, colesterol y sodio (incluido en la elaboración de embutidos yplatos preparados), y también el aporte de purinas derivadas del metabolismo proteico. La ingesta de ácidos grasos saturados y colesterol de los vegetarianos estrictos es prácticamente nula.
La población vegetariana acostumbra a incluir en su dieta, con más frecuencia y en mayor cantidad, frutas y frutos secos. El incremento del consumo de frutas favorece la mayor ingesta de fibra y vitaminas hidrosolubles, mientras que el incremento en el consumo de frutos secos (nueces, avellanas, almendras…) aumenta el aporte de grasas poliinsaturadas, proteínas de origen vegetal y fibra. El consumo habitual de frutos secos ha sido considerado por numerosos estudios como un posible agente protector frente a enfermedades cardiovasculares.
Además, entre la población vegetariana, puede destacarse un mayor consumo de antioxidantes (flavonoides, vitamina E, vitamina C, carotenos…), que se encuentran principalmente entre los alimentos vegetales.
Éstos serían, a grandes rasgos, los caracteres nutricionales más favorables de la propuesta alimentaria vegetariana.
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